La supervivencia de una lengua en peligro de extinción puede depender de dos personas, y lo peor es si esas dos únicas personas que saben la lengua no quieren dirigirse la palabra.
Manuel Segovia e Isidro Velázquez, los últimos hablantes de una lengua llamada ayapaneco, viven aproximadamente a poco más de medio kilómetro de distancia el uno del otro en Ayapa, Tabasco, México. Pero no importa las implicaciones culturales de mantener su lengua viva, ellos no van a hablarse.
The Guardian señala que no se sabe si hay alguna razón detrás de su evasión mutua, pero las personas que los conocen dicen que nunca han disfrutado de la compañía mutua, explica News Feed Time.
El ayapaneco es una lengua que por siglos se ha hablado en lo que hoy conocemos como México, sobrevivió a la invasión española. Y es una de las muchas decenas de lenguas indígenas que quedan en México. Sesenta y ocho lenguas nativas se hablan actualmente, y hay algunas que están al borde de la extinción.
Los lingüistas están tratando de preservar esta lengua. Cuando Segovia, de 75, y Velázquez, de 65 años, mueran su lengua se irá con ellos.
En México se traducen publicaciones en dichas lenguas. Es interesante notar que la revista más distribuida y traducida del mundo, también se edita en varias lenguas indígenas de México.
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