Adrián García demoró una semana en salir del hospital público Arnau de Vilanova, en Valencia, con una prótesis externa (órtesis) para inmovilizar su rodilla y ha tenido que ser de segunda mano, informó El País.
Ni a él ni a nadie de su familia le habían adelantado que, tras la cirugía, debían adelantar los 152 euros que costaba la rodillera rígida con la que salió del quirófano.
Cuando la empleada de la ortopedia que proporcionó la prótesis al equipo médico se presentó en la habitación del joven para cobrarla, él le explicó que no podía pagarla. Acto seguido, y con el permiso de los médicos, la órtesis fue retirada y fue reemplazada sólo por un vendaje.
“Nos comentó que no podía esperar y que si no pagábamos, se llevaba la prótesis”, contó María Dolores Enguídanos, madre del paciente.
Este lunes, Adrián acudió al hospital con una prótesis prestada por un amigo y recién entonces pudo continuar con su recuperación.
La sanidad de Valencia introdujo, en 2010, el copago en las prótesis externas, el cual es abonado por los pacientes en su integridad. Una vez presentada la factura a la Consejería de Sanidad, se le devuelve su importe a excepción de la aportación que le corresponde pagar al ciudadano.
Antes de encargar la prótesis, el traumatólogo debe comunicar al paciente el pago que le corresponde. Más tarde, cuando el técnico de la ortopedia se cita para tomar sus medidas y seleccionar el artículo, debe volver a recordarlo.
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